GLIEROIDELCALCIO.COM (Arcadio Ghiggia) – 1950, un número que puede significar cualquier cosa: el número de una casa, una cantidad de dinero, una infinidad de cosas, pero para nosotros, la familia Ghiggia, es algo especial. Para nosotros 1950 es un año, y el 16 de julio de aquél año es una fecha especial. Es el día del otro cumpleaños de Alcides Ghiggia, nuestro padre, el hombre que cumple dos veces en el año. Nació en Montevideo el 22 de diciembre de 1926 pero la vida fue dulce con él, le dio otro día aparte para festejar, como si fuera otro cumpleaños más.Se lo mereció, claro, después de haber hecho el gol más importante en la historia del fútbol. Un gol que cambió la historia entre dos pueblos para siempre, pero también el fútbol en general. Brasil luego de aquella derrota, aprendió mucho, afirmándose poco después a nivel mundial por muchas veces. Así puedo decir que papá no solo fue un jugador de fútbol, fue un maestro de la vida que enseñó a todo un país, que los partidos de fútbol primero hay que jugarlos, y después eventualmente, se festejan, pero jamás hacer lo contrario.
Yo me enteré de esta hazaña hecha por él, acá en Uruguay, cuando regresamos de Italia a Montevideo en el año 1962. En la escuela mis compañeros me hablaban en forma continua del 1950 y me decían “ Tu padre es un héroe, hizo el gol que nos dio el triunfo, el triunfo de Uruguay”. Yo no sabía nada, agradecía a todos por igual, sin saber de que estaban hablando ellos. “ De que hablan?” me preguntaba, “no sabía nada sobre aquél mundial”. Para mí, mi padre había sido un gran jugador del club A.S ROMA, y yo lo ví jugar en vivo en el Estadio Olímpico de Roma. Entonces le solicité a mi padre que me dijera de que estaban hablando mis compañeros en la escuela, y el me dijo en forma suave y dulce: “Arcadio, hice un gol y Uruguay ganó un Campeonato del Mundo”. Y así recibí esta noticia, en forma simple. Tenía en ese momento 9 años. El tiempo siempre hace su trabajo y me interesé mucho por la historia de aquél mundial así como del rol de mi padre en él. Con el tiempo aquélla simple noticia se convirtió en orgullo para mi hermana y para mi.
Haciendo un pequeño viaje de fantasía y al ver a papá como un héroe, me viene a la mente la famosa obra “ El Cid Campeador”, dónde su héroe conductor Ruiz Díaz de Vivar lucha contra los Moros para liberar su tierra amada de la ocupación. Mi padre luchó por y para el Uruguay, para logra ganar aquél Mundial.
Un gran hombre en el mundo del fútbol, sea en Uruguay como a nivel mundial, al punto tal de originarse en un icono, pero humilde y reservado en su privacidad. Hablaba poco del 1950, de aquél encuentro de fútbol… en éstos últimos años casi diría yo jamás. Y jamás se jactó de lo que había realizado tanto él como sus compañeros en ese mundial, jamás lo sentí hablar negativamente de algún compañero de equipo o de algún adversario. Tenía una profunda amistad con los jugadores brasileños a los cuales había vencido, así también como con el pueblo de Brasil. Ellos lo quieren mucho a él, lo puedo testimoniar personalmente por haberlo vivido, y lo revivo cada vez que voy a Brasil. No hablaba muy seguido de aquél encuentro de 1950 por respeto a los compañeros que ya no estaban más, él se había quedado solo, era el último jugador viviente de ambos equipos.
Creo que con el tiempo ese recuerdo se convirtió para papá muy pesado. El día después de haberse reunido con sus compañeros allá arriba, con los cuales habrá comenzado a contarse y reir de sus miles de historia, un amigo suyo me dijo: “Tu padre me decía, en éstos últimos años, que contó aquél gol más de un millón de veces, a tal punto de preguntarse si había hecho bien o no en hacerlo. Si era un punto de mérito o demérito”. A esto mi respuesta la se perfectamente, él hizo un gol, ganó el campeonato del mundo, pero siempre tenía el pensamiento en sus compañeros de equipo, y sobre todo, que es lo más importante, pensaba en los brasileños que por culpa de aquél partido de fútbol pasaron de héroes a vergüenza nacional. Y en modo más que particular el pobre BARBOZA, el portero al cual papá le convirtió ese famoso gol, que fue considerado en su país como un criminal, sufriendo esta pena hasta el fin de sus días. Esto no era justo para mi padre. Esto no era justo para Alcides Ghiggia campeón del mundo.
Un hombre que eligió el 16 de julio para saludar al mundo. El mismo día, después de sesenta y cinco años de aquél gol que entregó a la historia, en el 2015, desafortunadamente viene a faltar.
Un día marcado en el destino de éste hombre. Una muerte que se liga cada vez más a aquél 16 de julio. Casi como a querer apagar con él el fuego de aquél sufrimiento que otros han tenido que soportar a causa de ese gol. Esto fue su preocupación. Este fue su destino.
El fue y seguirá siendo un gran padre para nosotros, un amigo, un consejero. Un hombre al cual le alcanzaba una mirada para hacernos entenderle. Un hombre siempre dulce, calmo, que no tenía necesidad de levantar la voz. Con nosotros era siempre alegre, y nos transmitía un gran sentido de amor paterno. Él era, es, y será siempre el Campeón del Mundo ALCIDES GHIGGIA.
Quiero agradecer de corazón a mi amigo FEDERICO BARANELLO, por darme la oportunidad de escribir este artículo sobre mi padre.